A todas las mujeres que sentipiensan un mundo nuevo.
Prólogo
Por Natalia De Marinis, CIESAS Golfo
Indagar en la dimensión emocional de lo político y ubicarla en una
perspectiva cultural y colectiva implica recoger del cesto de la
basura todo lo que el conocimiento racional, colonial y androcéntrico
ha desechado e infravalorado. Mirar la construcción histórica de la
política en clave femenina y recuperar las memorias soterradas de
lo íntimo y sutil de la lucha política, requiere de una acción similar.
Carolina Díaz Iñigo realiza este doble esfuerzo y pone en diálogo
ambas dimensiones centrales de la lucha política que las mujeres de
la región del Soconusco en Chiapas llevan adelante para garantizar
la reproducción de la vida y la construcción política en esta región
de frontera, azotada por múltiples formas de violencia. A partir de
las historias, testimonios y memorias de mujeres organizadas y
lideresas, la autora documenta la dimensión emocional de la lucha
colectiva para la defensa del territorio frente al extractivismo actual
que, sin embargo, engendra las memorias de una región atravesada
por múltiples formas de exclusión y despojo. El libro documenta
cómo estas mujeres transforman la política a partir de recuperar
aquello que la acción política masculina ha dejado en las sombras,
la alegría de la resistencia, el amor, los cuidados e incluso los
silencios que permiten sobrevivir en tiempos adversos.
Este libro se suma al flujo de estudios sobre las emociones
desde la antropología, que ha cobrado cierta fuerza en los últimos
años, sobre todo, a partir de la mirada de las emociones en contextos
de violencia y movilización política de víctimas que analizan la
circulación testimonial y los lazos afectivos que se crean entre
víctimas y audiencias más amplias. Sin embargo, pocos estudios
se han enfocado, como lo hace este trabajo, en la dimensión
emocional de la defensa del territorio y las culturas emocionales
en contextos de violencia acumulada. Esta mirada novedosa desde
la dimensión emocional cobra aún más fuerza al sumergirnos en la
vida de mujeres de una región de la que sabemos muy poco, como
lo es el Soconusco de Chiapas.
La región del Soconusco ha sido por décadas analizada a
partir de la noción de frontera y de construcción de Estado por el
proceso de mexicanización forzada que definió no solo la frontera en
términos físicos, sino también identitarios y subjetivos. Conocemos
también esta región a partir de los estudios sobre migración que
se han producido en la frontera sur en los últimos años, pero poco
sabemos acerca de qué ocurre por fuera del fenómeno migrante.
El libro nos sumerge en los efectos que estas múltiples
fronteras tuvieron en la visibilidad de la identidad mestiza, frente
a las múltiples identidades que conforman la región. La necesidad
permanente de ser integrados a la nación definió un tipo de identidad
de frontera, generizada y racializada, que ha funcionado como
dispositivo de disciplinamiento en la modernidad-colonialidad. Las
fronteras, nos dice la autora retomando a Rita Segato, se vuelven
espacios de dominio, de disputa soberana, en donde la violencia
y el control del cuerpo de las mujeres cumple un rol fundamental.
Pero también nos inserta en el papel geopolítico del extractivismo
y mercantilización, no sólo de cuerpos migrantes sino también de
territorios que se han visto arrasados en los últimos años por la
depredación del capital y la búsqueda de rentabilidad económica.
La presencia de la minería, el cultivo de palma, la militarización y
grupos del narcotráfico configuran una constelación de violencias
nada fácil de descifrar.
A partir de una vasta documentación, la autora nos muestra
cómo el extractivismo de territorios es también un extractivismo
de cuerpos y de vidas, no sólo de los que transitan, sino también
de los cuerpos de quienes allí resisten. También, retoma a Lorena
Cabnal para dar cuenta de cómo el feminicidio y la desaparición
perpetrados contra las mujeres que se organizan se convierten en
feminicidios territoriales ; buscan expandir un mensaje de terror,
cuya función contrainsurgente repercute en la posibilidad de
organizar la resistencia, de dar visibilidad a la lucha política y de
garantizar la participación de las mujeres que defienden el territorio
y la vida.
“Es tiempo de la sutileza”, le comentan las mujeres y una
puede imaginarse el tono de voz con que lo hacen, el miedo que
orilla la reflexión y lo movilizante que fue para la autora escucharlo
al punto de volverlo el eje central del libro. La sutileza es una
estrategia, pero también lo que se impone a las mujeres que resisten
en estos tiempos de violencia y amenazas. Esta resistencia poco
visible, más bien silenciosa, no es analizada como una respuesta
resiliente frente a las violencias y enormes desventajas de las
mujeres, sino al contrario, la sutileza se convierte en una clave para
comprender el tamaño de lo que se enfrenta.
De la mano de una investigación colaborativa, que buscó un
proceso de diálogo y conocimiento compartido que les permita
fortalecer su liderazgo y participación en la defensa del territorio, se
cartografían los daños que se derivan de décadas de extractivismo
y destrucción de los ecosistemas. No se trata sólo de destrucciones
masivas y evidentes, como la que generan la presencia de empresas
mineras, sino también de afectaciones mucho más silenciosas,
pero igualmente devastadoras como lo son los monocultivos
sostenidos por décadas. Generan afecciones ambientales que
pueden rastrearse a través de los afectos negativos que enferman
cuerpos hasta volverlos despojables. Las mujeres han asumido la
carga que supone la acción frente a estas afectaciones, y han sido
actoras fundamentales en la defensa y el cuidado de la vida, en la
sanación de ellas, sus familias y comunidades. El cáncer silencioso
que se presentaba en casi todas las familias era el síntoma de
la depredación brutal que se vivía en el ambiente, había que
organizarse para frenar la actividad minera : ¿de dónde sacaron
las mujeres tanta fuerza teniendo en cuenta su marginación en la
acción política ?, ¿cuáles fueron sus estrategias de participación y
construcción de liderazgos para la sobrevivencia en un contexto
tan adverso ?, ¿qué fuerza emocional les permitió encontrarse y
sostener prácticas colectivas para el cuidado de sí mismas y de
las y los otros ?, ¿qué implica la sutileza en la participación política
y cómo entender la misma más que como una normalización del
despojo, como una forma menos evidente —y quizás mucho más
efectiva— de enfrentarlo ?
El libro nos guía por estas preocupaciones a partir del
trabajo que realizan mujeres organizadas del Centro Comunitario
de Cultura y Cuidado Ambiental. La mirada de la resistencia desde
las mujeres le permite a la autora reconocer dimensiones de la
acción política asociadas a lo íntimo, a las emociones y al espacio
de lo doméstico, casi siempre invisibilizados por la mirada clásica
de los movimientos y de lo político que se ubica en lo público, de
exclusividad masculina.
Estas miradas que comparten las mujeres del Soconusco
nos permiten reafirmar que la modernidad eurocentrada ha creado
una representación de las divisiones sexo-genéricas, que no
necesariamente cuadran en estos enclaves culturales, geográficos
y políticos diferenciados. Es más, se contestan por parte de las
propias mujeres, quienes rechazan la idea de asumirse desde una
condición de subalternidad. Descentrar la construcción genérica de
la resistencia es una tarea que muchas mujeres indígenas vienen
gestando desde hace tiempo, buscando romper con la universalidad
de los órdenes del género y planteando que, si bien la lógica
patriarcal es universal, se entrelaza con otras formas de dominio
colonial, capitalista y racista. Para esta tarea, las miradas situadas
son fundamentales y este libro da cuenta de ello.
Carolina Díaz Iñigo nos sumerge en las graves afectaciones
del extractivismo, pero también en la risa y la alegría como fuerzas
y características principales en el ejercicio del liderazgo para las
mujeres. Las mujeres del Soconusco contestan representaciones y
órdenes genéricos y emocionales racializados. Tejen las memorias
desde lo íntimo del cuidado, resignificando lo doméstico como un
espacio de gran potencia política.
Esta es una obra necesaria en la reconstrucción de las
memorias soterradas de lideresas que enfrentan los embates
del extractivismo y las violencias múltiples en el Soconusco. La
solidez teórica y metodológica que presenta transciende los
límites regionales, convirtiéndose en una obra que abona pistas
fundamentales para el análisis de otros casos. Trasciende también
los límites estrictamente académicos, al mostrar que estos
acercamientos nos son posibles sin un trabajo académico y político
emocionalmente comprometido.
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