Huracán iota
Crujen los clavos y truena el techo de las casas
El viento aulla como relámpagos atrapados entre los árboles
Los ríos se desbordan y arrastran hasta los suspiros del más incrédulo
Un grito emerge de la boca del suelo y de las personas empobrecidas
Es un grito prolongado de dolor y de esperanza.
1. Impacto de los huracanes
Los huracanes tienen dos lados. A su paso destruyen casas y causan deslaves, a la vez que resucitan decenas de fuentes de agua. Pulverizan el trabajo de toda una vida de muchas familias, a la vez que son una ventana para diseñar otro camino. Derrumban puentes atascados de basura y a la vez limpian ríos y quebradas. Imponen áreas desoladas por unos días, áreas que a los pocos días reverdecen como nunca antes. Botan árboles y guineas en las fincas y bosques, mientras nuevas plantas y árboles jóvenes se abren paso. Golpean los cimientos de la familia y del fanatismo religioso que esperan algún ser sobrenatural los proteja, a la vez que despiertan interés por acciones colectivas –personas limpiando puentes en medio de las lluvias para evitar que el río lo destruya, personas socorriendo al vecino para que su techo no agarre alas, instituciones apoyando a la ciudadanía a ponerse a salvo, campesinos pico en mano acudiendo al grito del Macizo Peñas Blancas, del cerro El Puyú y de las personas ahogadas por el deslave en la comunidad de San Martin y Mulukuku (Nicaragua).
2. Causas
El impacto de los huracanes nos deja atónitos, más si perdemos vidas humanas, a la vez tenemos momentos en el que reflexionamos y captamos que los huracanos tienen causas naturales y humanas. Los huracanes se forman en época calientes entre junio y noviembre en oceános de agua templada como el oceáno atlántico ; cuando la temperatura alcanza 270 centígrados las aguas cálidas se evaporan, ese calor se transfiere al aire, con ello toneladas de agua ascienden a la atmósfera cada hora y genera una inmensa energía, en las alturas ese vapor se condensa en nubes y libera su calor elevando a varios grados la temperatura del aire que está a su alrededor, en la medida que ese aire se calienta más vapor se condensa produciendo vientos que elevan las nubes hasta 15 kms de altura donde por la rotación de la tierra forman círculos, dando a luz a un huracán. Notemos : el aumento de la temperatura es la base de los huracanes, ese calentamiento es producido por las acciones humanas, “por la acumulación de carbono en la atmósfera, producto de actividades humanas tales como el uso de carbón, petróleo y gas, y la tala y quema de bosques”.
Demos algunos ejemplos de Centroamérica. El monocultivo y la ganadería extensiva deforesta, contribuye al calentamiento global y refuerza al huracán en sus efectos, los suelos se endurecen por la ausencia de árboles, no dejan entrar el agua al suelo, hacen que el agua corra encima y se sume a las quebradas y a los rios ; ese sistema de monocultivo lo promueven las empresas comerciales de agroquímicos, las instituciones financieras, los compradores y certificadoras internacionales, y por un creciente número de familias campesinas que fueron expulsadas de los valles a las montañas en los últimos 150 años –expulsadas por el capital.
Las estructuras jerárquicas políticas, económicas y religiosas que han vaciado a las organizaciones comunitarias, hacen que ante desastres como los huracanas las personas en las comunidades no sepan que hacer, prime el caos y el “sálvese quien pueda”. Las religiones vuelven a las personas empobrecidas en seres dependientes de un dios que escribe su destino, hacen orar o rezar sin acciones, hechos que paralizan a las personas que podrían organizarse mejor y prevenirse si dependiesen en sí mismas y en sus capacidades colectivas. De este modo hay cooperativas e iglesias que ante los huracanes ni siquiera convocan a sus asociados o membrecía a movilizarse a favor de sus comunidades.
La clase intelectual, personas con estudios universitarios, cooptada desde los años de 1990 por la cara suave y por la cara dura del capitalismo, le trabajan al capital expresada en donantes y en empresas, no le trabajan a las comunidades, por lo que los huracanes no son explicados sino percibidos como algo natural y externo, como “castigo” o que algún “dios lo detendrá”. No se trata de esconder a “este país de mi alma para que nadie más me lo golpee“, es que somos parte de la destrucción y de su construcción de ese “mi alma”.
3. La ayuda que no ayuda
Esa inacción inducida y ese pensamiento secuestrados refuerzan a los huracanes en sus efectos negativos y hace que incluso la ayuda que llegue no ayude. Si le llevan productos importados a una comunidad, digamos arroz o leche en polvo, los pequeños productores no podrán vender sus frijoles ni su leche de vaca, las pequeñas pulperías ya afectadas por los huracanes perderán su clientela, lo que podría hacer que la comunidad pierda a su pulpería. Si le llevan semilla de papa para que dejen sus semillas criollas y se vuelvan dependientes de semilla importada, ¿será eso ayuda ? Decimos papa, igual vale para el café variedad marsellesa, las hortalizas u otros productos.
Es sabido que la ayuda se canaliza bajo la lógica del “goteo”, queda más en las partes de arriba y llegan menos a las partes de abajo, mientras recrudecen las estructuras jerárquicas y las asimetrías sociales. Quienes donan y quienes intermedian donaciones, ¿están conscientes de las consecuencias de sus acciones, que pueden fortalecer o erosionar las fuerzas comunitarias ? ¿Cómo saben que su ayuda realmente ayuda ?
4. La ayuda que ayuda
Una de las ayudas que haría diferencia a favor de las poblaciones rurales es dejar de perjudicarles y asumir políticas y acciones más humanisantes. Las instituciones financieras y comerciales deben cambiar sus políticas : dar crédito con tasas de interés por debajo del 10% ya no a sistemas de monocultivo ni a la ganadería extensiva, pero a sistemas diversificados. No importar más agroquímicos como el glifosato, un veneno cancerígeno prohibido en países de Europa y en algunos estados de los Estados Unidos ; más bien promover agricultura sostenible. Las empresas internacionales que compran productos campesinos deben comprarles a organizaciones de base que sean democráticas, transparentes y que redistribuyen sus excedentes, porque comprarles sin asegurarse que se cumplan esos principios es reforzar a los huracanes en sus efectos negativos. Los intelectuales deben recuperar su autonomía y voltear su mirada a las familias campesinas, producir ideas e innovaciones junto con ellas. Las universidades deben dejar de solo enseñar el sistema de monocultivo y la lógica neoliberal que va arruinando nuestro planeta, y permitir que las racionalidades campesinas e indígenas, al igual que la agricultura sostenible, la pequeña empresa y las modalidades de acciones colectivas, entren a las aulas y los campos se vuelvan “aulas abiertas”.
Las organizaciones de base pueden organizar el comercio del frijol para evitar escasez en estos meses cruciales. Pueden promover variedades de alta calidad para sustituir plantas de café y cacao dañados por el huracán. Pueden estudiar el “nuevo” suelo y reorganizar las fincas de tal modo que amortiguen los efectos de los huracanes. En todo ello, la cadena global de actores aliadas a las cooperativas pueden respaldarlo con modalidades financieras innovativas que fortalezcan a las fuerzas comunitarias. Las ayudas pueden ayudar si las comunidades con esas ayudas fortalecen su autonomía económica y su auto determinación, si se crean bienes públicos como las cooperativas u otras acciones de coordinación desde las comunidades y si las cooperativas desarrollan sus unidades de control de riesgos.
5. Momento de repensar nuestras ideas y acciones
Seguirán habiendo huracanes –y tal vez más por el cambio climático y tal vez sigan extendiéndose ya no solo hasta octubre como antes, a noviembre como el iota, tal vez incluso a diciembre. Sirven para revitalizar a la naturaleza, enfriar el planeta y limpiar el aire contaminado. Además de su utilidad en favor del planeta, ellos pueden ser también una oportunidad para que repensemos nuestras acciones como seres humanos.
Sus efectos pueden ser más benévolos bajo las siguiente condiciones. Si en los paisajes agrarios priman los sistemas diversificados y ecológicos. Si la lógica de la vida y de la cooperación prevalece por encima de la lógica del dinero y del oportunismo individual. Si las organizaciones de base dinamizan las comunidades con más huertos, más sistemas diversificados, con su fondo social invertido en acciones que nadie más invierte, con tiendas comunitarias que no solo traen productos de afuera sino que también canalizan productos de adentro y entre comunidades. Si las escuelas y las religiones, lejos de adoctrinar o apagar la creatividad y la imaginación humana, enseñan a pensar a sus miembros. Si las empresas y los organismos internacionales miran no solo a los productos (mercancía) sino a las personas que los producen y a los tejidos sociales que les posibilitan emerger...
Si las personas comprendiésemos que los huracanes son provocados por causas naturales y humanas, y que sus efectos pueden ser más o menos trágicos dependiendo de nuestras acciones, tal vez podríamos hacer, a través de acciones más pensadas y a través de organizaciones de base (cooperativas, tiendas comunitarias, asociaciones), que hayan menos huracanes y cuando las hayan sus efectos sean más benevolentes. Si esto se da, podríamos hacer que su grito y los gritos que provoca sean más de “esperanza” que de “dolor”. Antes de eso, ¿estamos escuchando ese grito ?