La salud es lo primero
- ¿Cómo estás, pipita ?
- Enjaranada, sin frijol, con canas y…
- Si de salud estás bien, el resto son babosadas
- Ahh ! ¡Si, eso mismo ! Pero me da miedo el coronavirus…
- ¿Quién no tiene miedo ? El miedo es el peor enemigo de la razón. Piensa, pipita, tu amor por los demás es más fuerte que cualquier cosa... Además, ¡ya viene la lluvia !
El mundo entero vive días difíciles. Se siente miedo, impotencia, ganas de llorar. Lo único cierto es lo incierto. Cada quien quisiera apoyarse en algo, protegerse bajo la sombra de un árbol. Pero casi ya no hay “árboles” naturales, sobrenaturales ni “árboles” sociales. Es cuando más cierta se vuelve esa frase pinolera, “si de salud estás bien, el resto son babosadas”. Y la salud es como la lluvia, no cae del cielo con unas plegarias, es algo que se previene y se fortalece con acciones humanas. ¿Y quien se previene ? ¿Y cómo se previene ? Tal vez en prevenir está “el amor” que uno siente por los demás, tal vez en ayudar a prevenir está “el amor” con el que nos hicieron en un mañanero apasionado. Tal vez es tiempo de mirar más lejos, porque “ya viene la lluvia”.
En este articulo reflexionamos ese mundo rural, ese hilo delgado entre la higiene y la economía, entre la casa, el templo, la escuela y el centro de salud, y entre las acciones individuales y las colectivas. Para ello, listamos los hechos o riesgos, iniciamos a dilucidar ese “hilo”, vemos cómo las recomendaciones científicas ayudan a que diversas culturas reverdezcan –como las plantas que se secan vuelven a ponerse verdes cuando las nubes sueltan las primeras gotas de agua, y apuntamos el rol de los organismos acompañantes. Cruza el artículo la importancia de las organizaciones de base en proteger a sus comunidades, mientras la noción de comunidad se crece al paso de las páginas.
1. Las condiciones que favorecen y desfavorecen al COVID-19
La situación con el COVID-19 parece empeorar. La brecha entre la información oficial de cualquier país y la de las redes sociales es mucha, con lo que la preocupación zumba como el mosquito (zancudo) en la noche. En las comunidades rurales esa preocupación se vincula a la continuidad de las clases en las escuelas, a las celebraciones religiosas en las Iglesias y aglomeraciones festivas, con o sin cuarentenas. Las personas creen que por esa “puerta” de la escuela, del templo o por el transporte público, el virus puede llegar a sus casas y pasearse en la comunidad. ¿Qué son las condiciones rurales que favorecen o desfavorecen al COVID-19 ?
Las familias rurales tienen algunas ventajas y algunas desventajas ante los virus. Las ventajas son : la distancia física entre personas para evitar el COVID-19 se facilita por la baja densidad poblacional y porque buen número de las familias viven en sus mismas fincas ; el promedio de edad de la población indica que la población es relativamente jóven, lo que limita el efecto del COVID-19, aunque esta ventaja se va evaporando por causa de la pobreza [1] ; vivir en zonas con aire poco contaminado [2] ; comunidades que tienen organizaciones de base con membrecía y casa en la misma comunidad, a través de ellas acceden a algo de información y a algo de acciones colectivas. Las desventajas son : si las personas son infectadas, difícilmente van a acudir a los centros de salud con los primeros síntomas [3] y difícilmente van a quedarse en sus casas o impedir las visitas cuando el rumor zumbe por las veredas de casas vecinas, ello tiene el potencial de infectar a más personas ; la calidad de los centros de salud, en cualquier país de América Latina, es menor en las cabeceras municipales rurales y es inexistente en las comunidades rurales.
La aglorameración de personas en las escuelas y en las iglesias, es el mayor riesgo ; recordemos que en una Iglesia en Washington un miembro contagió a 52 de 60 miembros del coro, 65 se contagiaron en una clase de zumba en Corea del Sur, 80 personas en un concierto. Las aglomeraciones rurales suelen darse en grupos humanos separadas por la desvinculación que hay entre organizaciones. Las cooperativas, escuelas, Iglesias y organizaciones partidarias u gubernamentales (p.ej. Alcalditos, patronatos), se mueven de forma “amurallada” ; cada quien en su mundo y bajo su propio mando. Las Iglesias se mueven en su mundo religioso y con su propia estructura de mando. Las escuelas con su programa educativo y con su propio mando institucional. Las cooperativas se centran a la economía con su propia estructura de mando. Y así. Esa desvinculación hace que las aglomeraciones se muevan separadas, incomunicadas, por lo que las personas tienden a comportarse de forma oportunista : “que gasten otros en higiene para prevenir al COVID-19”, “me vale, no tengo hijos en la escuela”, “voy al culto porque a mi me protege Dios, ¿Quién mejor doctor que Dios ?”
Esa desvinculación se recrudece con las instituciones externas. Los mercados se reducen a ofrecer productos de higiene, a subir sus precios por la creciente demanda, y se mueven a través de la intermediación ; los Estados se limitan a esforzarse en los centros de salud ; los organismos proveen recursos en los círculos en que se mueven ; y las organizaciones de segundo grado y ONGs esperan intermediar recursos [4]. Ninguno de ellos suele cruzar “al otro lado del río” en el sentido de entender cómo se mueven las sociedades rurales, carecen de experiencias de trabajar a nivel de comunidades con organizaciones de base. Esto nos limita a entender a la población rural desde sus perspectivas y les limita a las comunidades a entender a las instituciones externas. Vivimos en un mundo de tuertos que atrae a cualquier virus.
Esa desvinculación o “amurallamiento” alimenta la prevalencia de creencias. Es una verdad universal que cuando hay menos información y menos comprensión razonada sobre ciertos hábitos, priman las creencias. ¿Cuáles creencias ? En las familias campesinas : “Si yo confío en Dios, nada me pasará” ; “no mata el rayo sino la raya” (“raya” = supuesto destino escrito donde está definido el día de la muerte de cada quien ; por lo que “nada puedo hacer”) ; “gente sufrida resiste a cualquier virus” ; “no me lavo las manos porque mi mano está caliente por el trabajo”, “cloroquina y azitromicina acaba con el virus” (auto-medicación sin que hayan evidencias de que cura y sin averiguar sus efectos dañinos para el corazón ; y según la OPS parece aumentar los riesgos y consecuencias de la enfermedad). Creencias en las instituciones externas : “la información confunde a la gente” ; “con el dinero baila el mono”, “si la economía mejora, todo mejora” ; “dales alcohol y con eso el COVID-19 no les llegará” ; “que hiervan la hoja de eucalipto y cipres” ; “lean la Biblia donde se anuncia el fin del mundo”, “sálvese quien tenga”. ¡Doña Coronita virus se ríe y se siente atraída por esas creencias !
Nos resistimos a aprender. Leemos de los 15 países de la región Asia-Pacífico, China, Corea, Taiwán, Hong Kong, Australia, Nueva Zelanda, Japón y los 10 países miembros de ASEAN, Asociación de las naciones asiáticas del sur-este (Brunei, Cambodia, Indonesia, Laos, Malaysia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam), como la región que mejor ha enfrentado al COVID-19, una región que expresa 2 mil millones de personas de los 7,700 milones que hay en el mundo. ¿Cómo lo hicieron ? Con buena salud pública : observan de cerca los síntomas de las personas, si hay síntomas les hacen test, si dan positivo lo aislan en su casa o en los hospitales y rastrean sus contactos [5]. O sea, más diagnóstican más saben qué hacer y así salvan más vidas. En cambio los organismos e instituciones nacionales e internacionales suelen no hacer diagnósticos para formular y ejecutar políticas, salvo “para taparle el ojo al macho” (por cumplir, por formalidad) ; nuestra mentalidad providencial y resignada se resiste a aprender de las poblaciones rurales, no buscamos entenderlas, creemos que ya las conocemos, que “el mercado sabe más”. Somos sociedades que parecemos vivir como en la edad media bajo la iglesia inquisitoria, en esos tiempos “no había que pensar, bastaba creer”, pensar era pecado y castigado con la muerte.
2. La higiene en las sociedades rurales
¿Qué es lo que necesitamos entender ? Comencemos con algo de historia para despues pintar algo sobre lo rural y mostrar la veta que debemos continuar escarbando.
Hay varios estudios sobre las pestes y la arquitectura de las ciudades y de las casas [6], no tanto sobre los espacios rurales. La salud pública ha contribuido a que la población viva más años, también lo ha hecho la arquitectura. Así los clósets se impusieron en lugar de armarios porque éstos eran anti-higiénicos al acumular polvo. En los últimos 150 años conocemos de grandes cambios en las ciudades de Londres, Barcelona o París ; en 1866 limpiaron la mayor parte del río Tamesis de Londres y esa limpieza salvó a la mayor parte de las personas de la ciudad de la amenaza del cólera ; en 1844 rediseñaron la ciudad de Barcelona derribando los muros que contribuían al hacinamiento que emperoraba la falta de higiene y ayudaba a las epidemias ; también París fue rediseñada con propósitos sanitarios. Otros cambios, más pequeños, también tuvieron grandes impactos : agua limpia y manejo de aguas sucias para evitar la malaria o la fiebre amarilla ; ante la peste bubónica, que mató 12 millones de personas entre 1855 y 1959, reconstruyeron las casas con más concreto y metal para evitar las ratas que portaban dicha peste. O sea, el diseño de casas y ciudades con propósitos sanitarios alarga la vida de las personas.
Ahora con el COVID-19 la arquitectura está desafiada a rediseñar las casas. Aunque la arquitectura no ha logrado responder a las enfermedades respiratorias, el COVID-19 puede provocar el rediseño de la casa, en la cual la idea de lo privado sea reconceptualizada, dando lugar a casa como espacio de escuela, de trabajo, de reflexión y de gimnacio [7].
Desafortunadamente no hay estudios sobre esa misma relación entre la arquitectura y la salud para el área rural, al menos no las conozco. En áreas rurales, la higiene ha sido un déficit por siglos, una situación que ha sido exagerada además por la discriminación hacia el mundo rural. Esa situación de higiene se debe en parte porque las familias rurales lidian todos los días con la tierra, la agricultura, los agro-químicos, el ganado menor, el destace o el fuego de la cocina, y lo hacen sin contar con medidas de protección como los guantes, las botas o las mascarillas, en parte porque viven limitados de agua o de medios para captar agua, en las grandes haciendas los patrones suelen no dar equipos de protección a sus trabajadores, y en parte porque no acceden a información mientras las creencias les guían a no protegerse.
Ese trabajo diario de las mujeres con el fuego o de los hombres con la tierra, les llevó a bañarse con menos frecuencia. Esto, sin embargo, no necesariamente es falta de higiene ; de hecho, muchas personas en el invierno de Europa o en el altiplano andino, se bañan con poca frecuencia. La diferencia es que las familias campesinas conciben que luego del trabajo una persona no debe tocar agua, es una comprensión sobre la combinación de temperaturas ; es así que luego de hacer tortillas no se lavan las manos, luego de la chapia (limpia en fincas) no se bañan “porque el cuerpo está caliente”. También la carencia de agua y de infraestructura mínima les ha condicionado a llevar ciertas prácticas ; a las mujeres a juntar ropa sucia para ir al río a lavarlos, a gastar poca agua en el lavado de trastes. Igualmente, el poco acceso a información influye en la vida diaria, por ejemplo no se lava con cloro los trates que podrían contener la bacteria salmonela, el cual suele encontrarse en alimentos contaminados con heces de animales. Mencionamos estos puntos para ilustrar lo difícil que podría significa el que, ahora, por el COVID-19, tengan que lavarse las manos con frecuencia y además con jabón, cuando pesan las costumbres y sus condiciones naturales (agua) y económicas.
La mayoría de las casas rurales, particularmente de las personas con escasos recursos, tienen pisos de tierra y son estructuras cerradas con poca ventilación. Por ejemplo, es conocido que el mal de chagas, aquella “enfermedad olvidada” porque las industrias farmacéuticas no la ven rentable, se da mayormente en casas con techos de paja y grietas en las paredes de barro donde los insectos que provocan esa enfermedad suelen vivir [8]. Las casas campesinas son una prolongación de la finca, o al revés, por ejemplo se guarda el maíz en el interior de la casa o encima del fogón, mientras los gatos lidian con el acecho de las ratas por el maíz…
Estas prácticas rurales se volvieron costumbres y esas costumbres en ley, las cuales suelen no verse desde los ojos de las instituciones del Estado, del mercado y de los organismos internacionales. Los actores externos, más bien, tienden a ver la agricultura o la ecología separada de la higiene en la casa y en la familia, y la economía separada de la salud, de la educación y de la religión. Los actores externos, cuando tocan el tema de la higiene, lo hacen viendo lo rural desde lo urbano, así cualquier yerba les parece suciedad, cualquier casa les parece debe estar en poblados o caseríos, cualquier finca debe ser de monocultivo y cualquier insecto debe combatirse con agroquímicos. Desde el ángulo urbano cuesta entender que una casa en una finca probablemente es más sana que una ciudad con una industria de reses superpobladas, de pollos o de pavos, industrias que son verdaderas fábricas de virus.
Necesitamos escudriñar la relación higiene y agricultura, casa y finca y escuela y templo para entender la cultura de higiene en las poblaciones rurales, para luego mirar mejorías y cambios a hacerse. Sin entender no se puede mirar, nos dijo Rodrigo López, un campesino de Waslala, ¡cuán cierto es ! De lo contrario, ¿cómo podemos imaginarnos que el solo acceder a cloro y alcohol les va prevenir del COVID-19 ? Sin entender cómo pueden reflexionar y cambiar sus hábitos desde sus propias culturas y sistemas agrícolas, cualquier cloro o alcohol que se les provea corre el riesgo de terminar en los mercados municipales, a como ha sucedido con la provisión de láminas de zinc, cerdos de raza, tostadoras de café o silos de granos. La comunidad, esa amalgama heterogénea de realidades disputadas, es como un libro, en cuyo interior bailan letras, páginas e imaginación, abriéndose solamente con la lectura de quienes la aman, una lectura que es como quien desgrana una mazorca de maíz sintiendo una tortilla caliente con cuajada.
Nuestro reto es repensar los espacios comunitarios desde una perspectiva en que la salud y la economía están incrustadas una a la otra. Casas en las fincas con materiales que les protejan de las ratas y de los insectos portadoras del mal de chagas, a la vez que sean lugares ventilados, y fincas agroforestales, en comunidades como espacios de alimentación, de reflexión, de inter-acción social, de entretenimiento, de escuela en campo abierto y de acciones colectivas. Comunidades con aire fresco y reverdecientes, que lleguen a ser “el árbol” donde protegerse de los virus. He ahí la veta a escarbarse.
3. La hora de las sociedades rurales organizadas
Mientras estudiamos, no perdamos el pulso al COVID-19. ¿qué hacemos ? Si las clases y/o las celebraciones religiosas continúan, y si los mercados y los Estados no muestran efectividad, las organizaciones de base (cooperativas, asociaciones, comités de padres/madres de familia, comités de agua…), ubicadas en las comunidades, deben actuar para proteger sus comunidades. La efectividad de estas sociedades rurales organizadas puede ser mayor si son apoyadas por las sociedades globales organizadas (organismos internacionales).
¿Cómo ? Esas organizaciones de base deben volverse en instancias que informan, vincularse con escuelas e iglesias para acompañarlas a entender el problema y en sus prácticas de prevenirse ante el COVID-19, y levantar la vista mientras profundizan sus raíces.
3.1 Informarse y analizar la información
En el recuadro 1 hay elementos para detectar si la persona tiene coronavirus, gripe, resfridado o simple contaminación del aire. La comunidad científica revela que una persona con COVID-19 puede tener síntomas leves y días despues reunir los otros síntomas más graves. O sea, una persona puede tener tos y estornudos y no tener fiebre alta, lo que no significa que no tiene COVID-19, en los siguientes días pueden aparecer los otros síntomas. El recuadro 1 es simple ayuda para diferenciar, no te asegura que no tenés COVID-19 con los primeros síntomas, pero a la vez te ayuda a no alarmarte con los primeros síntomas, te ayuda a mantener la calma y discernir ; ello es una gran ayuda en las áreas rurales donde difícilmente quieren ir a los hospitales.
El COVID-19 no solo es un virus nuevo, sino que aun la comunidad científica desconoce mucho sobre él. Las evidencias actuales revelan que un poco más del 40% de las personas infectadas, lo contrajeron de personas que no tenían síntomas de tener el COVID-19. Esto, obviamente, dificulta las medidas de prevención, a la vez, el que lo sepamos nos ayuda a dimensionar el problema y responder de mejor manera [9].
En el recuadro 2 hay información, también basada en estudios. Las organizaciones de base pueden difundirla en sus comunidades, pero antes deben leer esa información y analizarla : ¿por qué no tocarse la cara ? ¿Por qué lavarse las manos con jabón ? ¿Por qué guardar una distancia de 1.5 metros de otra persona ? ¿Por qué quedarse en casa cuando agarra tos, tiene moco y estornuda ? Más lo razonamos, más lo entendemos, más lo vamos a practicar y más lo contaremos a otras personas. El razonar una información permite pensar en reorganizar las actividades, por ejemplo, la medida de mantener la distancia física de 1.5 metros puede ayudar a que en una celebración religiosa, una reunión en la cooperativa o en una clase en la escuela las personas tomen asiento manteniendo esa distancia, que las reuniones sean por tiempos más cortos o con recesos frecuentes, o que las reuniones sean mejor preparadas con anticipación para, al igual que la gallina, vayan al grano. Una información razonada puede salvar vidas.
Las organizaciones de base también deben reflexionar sobre otros aportes de los científicos. Veamos 3 aportes. El primero, los estudios revelan que los niños menores de 12 años se infectan poco, comparado con los adultos, en los casos que se infectan casi no se enferman con gravedad, y tampoco son grandes transmisores del virus, a como lo fueron en el caso de la gripe, porque la cantidad de receptores que necesita el COVID-19 son menos en niños menores de 12 años, y en consecuencia la carga viral (o sea la cantidad de virus que pueden recoger) es mucho menor [10]. Las estadísticas confirman esta afirmación, menores de 12 años son menos del 0.2% de muertos por el COVID-19.
El segundo, las estadísticas muestras que los hombres se contagian más por el COVID-19 que las mujeres y tienen más propensión a sufrir el virus que las mujeres afectadas. Ello se debe a que “la sangre de los hombres tiene concentraciones más altas de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) que la de las mujeres (…) Este receptor se encuentra en la superficie de las células sanas, y ayuda al coronavirus a infectarlas” (ver : https://www.iprofesional.com/actualidad/315900-coronavirus-por-que-hombres-se-contagian-mas-que-mujeres) ; los “genes activos ligados al cromosoma X dotan a la mujer (XX) de una mayor protección contra el coronavirus que a los hombres”. Además, sea por el tipo de trabajos en que se mueven más las mujeres rurales, en general ellas tienen más hábitos higiénicos que los hombres, por ejemplo se lavan con más frecuencia las manos, sea porque están lavando los trastes, la ropa o por cuido personal. Esto no significa que “los hombres son unos chanchos”, no, pero indica la importancia de lavarse las manos.
El tercero, los estudios nos dicen que el uso de mascarillas previene, pero también nos alertan del riesgo de reutilizarlas, pues puede volverse en un medio de infección, porque el virus puede mantenerse por horas y hasta días en las mascarillas. Las mascarillas son más para personas infectadas con o sin síntomas de estar infectadas, para no infectar a otras personas. ¿Por qué las mascarillas ? Porque reducen las partículas que salen de la boca cuando una persona respira o habla. ¿Cuándo usar las mascarillas ? En la escuela pueden usarlo durante las clases en aulas cerradas con poca ventilación, en las celebraciones en templos relativamente cerrados, cuando no les es posible mantener distancia física, donde la interacción es de cierta duración, en lugares con aglomeraciones humanas (bancos, mercados…). También deben usarlo cuando viajan al pueblo, al regresar a casa deben lavarlo, así la mascarilla estará lista para una nueva salida o reunión. Los países que han ido superando al COVID-19 han utilizado las mascarillas como parte de sus estrategias de lucha, por lo que probablemente las comunidades rurales tendrán que introducir como parte de su cultura de cuido el uso de las mascarillas, en particular para los momentos que acabamos de señalar.
3.2 Vincularse y conectarse a las escuelas e Iglesias
Parece fácil vincularse y asumir que cualquier organización o institución estará feliz de ser contactada. Sin embargo, las iglesias, las escuelas y las estructuras partidarias no están acostumbradas a coordinarse con las organizaciones comunitarias, salvo para “orientarles” qué hacer y tratarlas como sus dependientes. Sus mundos y mandos que antes mencionamos realmente pesan, son verdaderas murallas a la coordinación comunitaria. ¿Cómo va reaccionar una cooperativa de base si el pastor de una Iglesia le dice, “Dios es nuestro doctor, confiamos en Dios” ? [11] ¿Qué va decir y hacer si el director de una escuela les dice, “solo podemos recibir apoyo si viene a través del ministerio de educación” ? ¿Qué van hacer si un comité de un partido político, los patronatos o los alcalditos dicen que ”las orientaciones y proyectos solo vienen de arriba” ? ¿Qué decirle al padre de familia que cree solo en su patrón hacendado ? ¡Qué difificil es ser comunidad y trabajar por una comunidad ! Allí, donde las cosas se ponen complicadas, con el dinero ni el mono baila.
En medio de estos mundos hemos aprendido los siguientes pasos. Primero, razonar la información en el recuadro 1 y 2 realmente empodera a las personas, es in-formar e informar es formar. La información puede ser un antídoto a los mandos despóticos religiosos, políticos y económicos. Segundo, la cooperativa o asociación debe partir desde lo que es y tiene ; ¿qué tienen y qué son ? Cada persona asociada tiene, al menos, un miembro familiar que es estudiante, es profesante de alguna religión y/o es militante de algún partido político ; deben conversar con ellos y ellas, razonar la situación del COVID-19 y la información que aquí se provee. Tercero, los miembros de los órganos de la cooperativa, habiendo ya conversado a nivel de base, visitan al comité de padres/madres de familia de la escuela, a las personas con cargos en las iglesias (p.ej. diáconos, delegados de la palabra) y a militantes del partido o del gobierno con ciertos cargos, reflexionan con ellos y razonan la información. Finalmente los directivos de las cooperativas se comunican con la dirección de la escuela y con pastores y sacerdotes de las iglesias, lo hacen conjuntamente con el comité de padres de familia y con los diáconos y delegados de la palabra [12]. Es decir, vincularse con las bases de las diferentes organizaciones e instituciones, sus cuadros intermedios, para despues vincularse con la dirección de las organizaciones e instituciones. En estos pasos, no se trata de convencer a nadie, pero de escuchar, reunir elementos que ayuden a entender, y una vez que cada quien entienda, podrán mirar y después actuar –es como preparar el suelo y sembrar una semilla, después hay que dejar que la semilla germine y luche por crecer [13].
Con esos pasos, cada organización puede garantizarse un kit (un equipo o bollo) de productos de higiene para prevenirse del COVID-19 (ver cuadro para el kit). Las cooperativas tienen un fondo social con el que pueden adquirir ese kit, salvo que ya lo hayan usado para otras agendas sociales que suelen tener. Las escuelas pueden, a través de los comités de padres de familia, reunir recursos para adquirir el kit. Las iglesias ofrendan cada semana, fondos que pueden usarlo para adquirir el kit. Si las cooperativas, con o sin apoyo internacional, pueden reunir recursos para apoyar a las escuelas y a las iglesias, haría diferencia, fortalecería los vínculos en la comunidad y toda la comuidad se beneficiaría. A más vínculos más comunidad autonoma.
3.3 Levantar la vista
La sexta recomendación en el recuadro 2 es la razón más importante para que exista una organización de base enraizada en su comunidad : pensar, pensar y pensar. Pensar es el elemento más importante para frenar al COVID-19. Pensar es levantar la vista y mirar más allá de nuestras narices. Una cooperativa no es una iglesia ni un partido político, sus asociados están por voluntad propia, no son subordinados de nadie, razonan y acuerdan en asambleas, por lo que deben escudriñar sus creencias y luchar con y contra ellas. Individualmente pueden creer o no en Dios, pero no deben esperar a que Dios les envíe a un ejército de ángeles o a los santos a que les laven las manos o les pongan mascarillas por donde caminen, como tampoco esperan a que les siembre frijol o quite los tórsalos a sus reses ; pueden creer en su líder político, pero es indigno subordinarse ante quien sea. Como cooperativistas tienen libre albedrío, su fuente de poder es la asamblea compuesto por las mismas personas asociadas, y su razón de ser es pensar, pensar y pensar a favor de sus comunidades.
Parte de ese pensar es reflexionar sobre el COVID-19 : ¿Cómo proteger a la propia comunidad ? Si el Estado no aparece en una comunidad, la cooperativa debe asumir también ese rol. Si la atención en salud es sobrepasada, las organizaciones de base deben razonar cómo ayudar a prevenir a sus comunidades y cómo ayudar a las personas que sean afectadas por el virus. Si en cualquier país se va controlando al COVID-19, en todos los países hay olas de rebrotes de la enfermedad, entonces la cooperativa debe mantener su vista alta en esos posibles rebrotes. En Centroamérica las oleadas urbanas ante el COVID-19 aun no han concluido, por lo que las oleadas rurales, que vienen después, pueden ser letales, no solo por las razones mencionadas en este artículo, sino porque estamos en pleno invierno, lo que hará más difícil el que las personas afectadas acudan a un centro de salud o a cualquier auxilio. Si una comunidad recibe apoyo externo, la cooperativa debe cuidar de que ese apoyo no sea contraproducente, pues puede haber apoyo que desplace a las organizaciones de base y cuando se acabe esa donación la comunidad puede quedar erosionada en su autonomía y en sus propias fuerzas.
Las cooperativas necesitan organizar el cómo una red de mujeres pueden costurar las mascarillas, el cómo hacer jabón con manteca de cerdo, el cómo recuperar viejos saberes de hacer cususa (alcohol) para lavarse las manos, el cómo recuperar medicina natural… Las cooperativas necesitan pensar en vincular higiene, economía, lo social y lo ambiental, pensar en la alimentación de la comunidad más allá del COVID-19, pensar en la sostenibilidad ambiental con aire y agua pura, pensar, pensar y pensar.
4. Rol de los organismos internacionales en comunidades vivas
Aunque por múltiples razones la mayoría de los organismos de la cooperación internacional se han retirado de Centroamérica, aun hay organismos internacionales que apoyan en la región. También está la red del comercio justo, así como redes local-globales entre organismos nacionales e internacionales, sindicatos, Iglesias, banca social y universidades del mundo. Cuando hay ganas hay maneras, dice el dicho. Si cada persona siente una misión de servicio, podemos profundizar esas relaciones de colaboración y reactivar relaciones “muertas” porque “donde hubo fuego quedan cenizas”. Cada persona y organización podría jugar un rol importante si en este contexto del COVID-19 se da cuenta de la importancia de trabajar a nivel de comunidad que se organiza : ¿de qué sirve proveer crédito o capacitación individualizada, a como apuesta el neoliberalismo, empujando el monocultivismo, la degradación ambiental y la erosión de las comunidades ? La coyuntura actual nos despierta : personas que se organizan y siguen reglas acordadas en sus asambleas, en lugar de gurús o casiques donde ellos mismos se conciben la ley, son quienes realmente dinamizan sus comunidades, sus sistemas agrícolas sostenibles y aportan a la equidad social y ambiental. Las comunidades salvan comunidades.
En este marco, ¿qué rol para los organismos de la cooperación ? La donación tradicional, de dar y esperar reportes inventados de organismos “confinados” a las urbes, puede ser contraproducente, en particular si desplaza a las propias fuerzas de las comunidades, ello erosionaría en el largo plazo a las comunidades. Los organismos necesitan vincularse con contrapartes [14] que realmente trabajan con organizaciones de base que reunen los siguientes criterios : son democráticas, redistribuyen sus excedentes, son transparentes con su información y están enraizadas en sus comunidades o microterritorios concretos. Este tipo de organizaciones persistirán en las comunidades, mientras otras organizaciones externas o con membrecía dispersa, seguirán tratando a las comunidades como a sus amantes, llegar de vez en cuando e irse. Hacer alianzas con las organizaciones de base para que una donación provea un empuje inicial, por ejemplo con lo indicado en el cuadro, apoyando con lava-manos en las escuelas con acceso a agua o trabajando por sistemas agroforestales que protejan fuentes de agua, donde las organizaciones de base acompañen a sus comunidades y que sus contrapartes nacionales les acompañen en las mismas comunidades, cuidándose pero superando el miedo, es la red que urge construir ahora y siempre [15]. El dilema no es si salir o no de la casa urbana o de la finca rural ; es cómo fortalecemos las fuerzas internas de las comunidades, cómo aprovechamos este “impulso” que hay en la conciencia mundial como efecto del COVID-19 para mirar la importancia de las comunidades. De este modo, un financiamiento externo para construir una respuesta comunitaria, contribuiría decisívamente a la comunidad a enfrentar al virus y sus nuevos rebrotes, y ayudaría a la larga a democratizar a la misma comunidad.
5. A modo de conclusión
En este artículo mostramos los riesgos ante el COVID-19, hemos iniciado una reflexión sobre la relación higiene, economía y lo social, describimos la fuerza de las comunidades si construyen vínculos duraderos, hemos enfatizado el rol de las organizaciones de base para reflexionar sus valores y principios ante lo que va pasando en sus comunidades y generar formas de cooperación en prevención del COVID-19 y para innovar en modos de acompañar a sus comunidades en medio de la incertidumbre. Mostramos que, a través de esas medidas de corto plazo y partiendo del análisis de los procesos que vamos viviendo, es posible levantar la mirada hacia el mediano y el largo plazo : mejorar, corregir y generar hábitos de higiene vinculando casa, finca y naturaleza, y casa, escuela, centro de salud y casa comunal.
El impacto de lo que estamos planteando, sin embargo, se verá sobre todo en temas más estructurales. Por ejemplo, se avecina el aumento exponencial de personas en extrema pobreza, la meta de eliminar la pobreza extrema global para el año 2030 va quedando en simple papel. La crisis para las familias ricas del mundo es como tener menores opciones de postre en su cena, mientras para nuestras comunidades es que les falte un tiempo de comida o se enfrenten al plato vacío, volviéndose vulnerables ante cualquier enfermedad. Este artículo y el anterior sobre granos básicos, apunta a prevenir dichos impactos.
También la coyuntura actual nos provee oportunidades. La mitigación del cambio climático que, en el caso de las comunidades rurales, significa agua, tierra con vida, biodiversidad. Es el momento de repensar los sistemas agrícolas y profundizar formas más sostenibles y sistemas agrícolas que paren la pérdida de nutrientes en los alimentos por la decreciente calidad de los suelos. Es la hora de las comunidades, nunca antes había sido tan clara la importancia de invertir en comunidades que se organizan y abrazan una cultura del cuido ; ahora es la hora de la vida, amén.
Para mirar esos temas estructurales debemos entender que no es la economía la que resuelve la salud, no se trata de saber si el huevo o la gallina es primero, ahora la economía es salud pública y salud comunitaria, y la salud, la economía, lo social y lo ambiental son como una cuesta en la montaña, si estás en la parte de arriba se mira diferente que mirarlo desde abajo, si estás en la mera cuesta se ve diferente de un lado que del otro, pero es la misma cuesta, la cuesta de la montaña.
“Piensa, pipita, tu amor por los demás es más fuerte que cualquier cosa... Además, ¡ya viene la lluvia !”
(Agradecemos a J. Bastiaensen y a M. Lester por sus sugerencias a un borrador de este artículo.)