Introducción
Supongamos que el Presidente de Chile, en un momento de desesperación ante la difícil situación que conoce su país, y en un acceso de lucidez y de sabiduría, elija dos sociólogos experimentados (¡nosotros dos, por ejemplo !) para salvar a Chile de la recaída en la guerra civil, de la vuelta de la extrema derecha al poder, de la pobreza y el sub-desarrollo ; supongamos que, con el acuerdo unánime de su Gobierno y de su Parlamento, nos dé pleno poder para tomar todas las medidas que consideramos necesarias para salir de la crisis. ¡Supongamos ! (con mucha imaginación, se puede suponer muchas cosas ¿no ?).
¿Qué haríamos ?
a- Primero, tendríamos que reflexionar muy seriamente a una vieja pregunta, todavía sin respuesta clara : ¿que es el desarrollo ? Más precisamente : ¿cuáles han sido, en el curso de la historia humana, las condiciones necesarias para que una colectividad (cualquiera que sea : una nación, por ejemplo) sobreviva en el tiempo, en paz con ella misma y con las otras, y disponga de los recursos necesarias para defenderse y satisfacer las necesidades de todos sus miembros ? Dicho de otra manera : ¿cuáles son las condiciones necesarias para que una nación tenga un desarrollo sostenible en el tiempo, y éticamente legítimo ?Nuestra experiencia – y más sencillamente ¡nuestro elemental buen sentido !– nos enseñaron que, para conducir y consolidar semejante desarrollo, toda nación tiene que resolver siete problemas vitales, que le plantea la vida en común entre sus miembros. Estamos convencido que la resolución de estos siete problemas vitales es lo que permite a una nación desarrollarse de una manera ética y sostenible. Por lo menos, es lo que nos enseña la sociología del desarrollo tal como la entendemos.
Sin embargo, desarrollar una nación, como la vamos a ver, es una tarea tremendamente difícil por dos razones : la primera es que cada uno de estos problemas es una fuente de conflictos, de competencias y de contradicciones entre los actores que tienen que encontrar las soluciones y ponerlas en práctica. Por esta razón, es la responsabilidad de un Estado conseguir de estos actores que se pongan de acuerdo entre ellos. La segunda razón es que estos problemas son muy dependientes los unos de los otros : por esto los cualificamos de “vitales”. Efectivamente, si alguno de ellos, sea el que sea, no está resuelto convenientemente, esto impide la resolución de uno o varios otros. Por lo tanto, no hay prioridades entre ellos, por lo menos teóricamente : las prioridades son definidas por las coyunturas, a las cuales cada colectividad tiene que adaptarse. Para tomar el ejemplo de Chile, la ausencia persistente de paz interna (es decir de contrato social) frena y puede hasta bloquear la producción de riquezas, dificultar la práctica de la democracia política y de la integración social, y hasta reactivar la dependencia de la colectividad en sus intercambios con las otras.
b- Nuestra segunda tarea, aún más compleja, consistiría en conseguir las informaciones concretas y verdaderas que deberán permitirnos, para cada uno de estos siete problemas, evaluar si los responsables del Estado chileno lograron resolverlos de manera ética y sostenible, o si no pudieron (o no quisieron) hacerlo.
I- Primer problema vital : El bienestar material
II- Segundo problema vital : La autonomía internacional
III- Tercer problema vital : La precaución ecológica
IV- Cuarto problema vital : La democracia política
V- Quinto problema vital : El contrato social
VI- Sexto problema vital : La integración social
VII- Séptimo problema vital : El proyecto cultural
Conclusión
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