El autor, busca entregar aquí un aporte para comprender la grave crisis en que está sumergido el país. Exclusivo para Kairós News.
1.- La explosión social que estamos viviendo, cuya chispa la generó el alza de 30 pesos en el pasaje del metro es, en realidad, una manifestación de una crisis de mayor profundidad que dice relación con la crisis del orden social y la crisis del orden político imperante en el país durante las últimas tres décadas.
2.- La crisis que se vive es homóloga a la crisis oligárquica de los años veinte del siglo pasado. Luego de la revolución de 1891 se instaló en Chile una oligarquía dominante bajo la conocida “República parlamentarista”.
Esa vieja oligarquía minero-terrateniente entró en crisis por el surgimiento de las clases obreras emergentes y las clases medias en una sociedad crecientemente urbanizada. El resultado fue la sublevación de las masas y el populismo de Alessandri que luego culminó con la Constitución del 25.
Durante el siglo XX en Chile se fue avanzando progresivamente y con vaivenes, bajo el marco del “Estado de compromiso”, en un proceso de democratización de la política y la sociedad que tuvo sus notas mas altas con los gobiernos de Frei Montalva y Salvador Allende.
3.- El golpe de Estado y el régimen militar no sólo instauraron un modelo neoliberal de desarrollo : en realidad provocaron una profunda transformación de la sociedad posibilitando una re-oligarquización de la misma.
4.- Los gobiernos de la concertación hicieron lo que pudieron para avanzar en democratizar el país, pero luego se fueron quedando atrapados en una política de condescendencia hacia los poderes fácticos. La permanencia prolongada en el poder generó la tentación de mantener una política sociotecnocrática, conservadora y de verse tentados por la corrupción. La elite política no se renovó y entró en colusión, abierta o soterrada, con la clase empresarial del país.
5.- La recomposición de la nueva oligarquía significó la mantención de un modelo neoliberal extremo. Si bien durante muchos gobiernos (Concertación, Nueva Mayoría) hubo políticas sociales y algunas políticas redistributivas, se apegaron al sacrosanto lema del crecimiento y los equilibrios macroeconómicos.
Las promesas de corrección del modelo, tanto de los gobiernos progresistas (Lagos, Bachelet I y II), como del primer gobierno de derecha de Piñera, fueron tímidas y, en realidad, fracasaron.
6.- El orden social que se fue imponiendo durante las últimas tres décadas fue de una restructuración de las relaciones sociales bajo el signo de la desigualdad, y con el mercado como regulador de las relaciones, de tal modo que una clase dirigente (empresarial y social) se hizo fuerte y dueña del país. Las políticas sociales de estos años aliviaron la pobreza e incrementaron una clase media emergente. Pero las desigualdades sociales se incrementaron.
7.- En ese orden social se reinstauró una nueva oligarquía cuyos privilegios fueron creciendo y no fueron cuestionados. Ese orden, legitimo al inicio, se fue deteriorando básicamente por : corrupción económica y política y el surgimiento del poderoso sector narco con su aliento de la cultura de las drogas y de la delincuencia.
8.- Como retroalimentación del orden social que se deterioraba en su legitimidad y en su capacidad de garantizar sustentabilidad, el modelo neoliberal impuesto alimentaba una sociedad de consumo que destruyo la vieja cultura ciudadana, solidaria y republicana. El ciudadano se transformó en “cliente”. El consumismo (factible para las clases privilegiadas, potencial por vía del endeudamiento para las clases medias y populares) incentivó una competitividad despiadada y un individualismo posesivo exagerado y destructor del tejido social.
9.- La cultura del disfrute (mejor dicho, del “aprovechamiento”) fue ganándose transversalmente a las clases sociales : varios de las clases privilegiadas se transformaron en ladrones de cuello y corbata con las multimillonarias colusiones, fraudes al fisco, evasiones de impuestos y ciertos grupos sociales emergentes se dejaron llevar por la subcultura de la droga, del tráfico, del abuso y la delincuencia.
El desprestigio ha sido generalizado y la contención moral de instituciones como la Iglesia se fue perdiendo dada su propia esfera de corrupción por los abusos sexuales.
10.- La corrupción no sólo se difundió en empresas, el fútbol, y otras actividades, alcanzó a todos los poderes e instituciones del Estado, al Gobierno, al Parlamento, a las FFAA, a Carabineros, y al Poder Judicial. Mientras los altos ejecutivos corruptos fueron absueltos o recibieron condenas irrisorias, la delincuencia común salía impune y la gente percibía que la justicia cargaba la mano a las personas humildes y desvalidas.
11.- El orden social desigual se fue consolidando por salarios y pensiones indignas, sueldos bajísimos, abusos sexuales y laborales impunes, privilegio a los patrones y a las grandes empresas, salud privatizada, remedios caros, previsión absolutamente insuficiente, cuentas básicas muy elevadas, mal transporte público, contaminación, zonas de sacrificio ambiental, abusos contra los pueblos originarios y los migrantes, etc. y sistemas de fiscalización y control, inexistentes o corruptos que dejan espacio libre a los abusos.
12.- El discurso legitimador del orden social desigual tuvo por varios años llegada a la población y a los medios internacionales : el crecimiento exitoso de la economía, la nueva posición comercial de Chile en el marco del comercio internacional, la superación de la pobreza, un PIB per cápita que se ha multiplicado, etc. Chile fue durante años un “ejemplo”, un “modelo a seguir”, un “oasis” en medio de Latinoamérica. Miembro de la OECD desde el año 2010. Pero bastaba una chispa como la del viernes para que ese discurso se desmoronara.
13.- Las políticas educativas (cuestionables, pero efectivas en ampliación de cobertura) dieron acceso a nuevos contingentes a la educación superior. Un 70% de los estudiantes universitarios son primera generación. Pero tal éxito relativo sólo alcanza para un 45 a 50% de los jóvenes entre 18 y 25 años. Del otro 50% que no estudia ni trabaja : varios de ellos maginados del sistema matan el día en las calles de la población escuchando trap, “jalando” y apoyando bandas de narcos o criminales organizados.
14.- Las protestas de los Pingüinos el año 2006 fueron la primera señal de que el modelo y el orden social estaban trizados. Las movilizaciones del 2011 y las que hemos presenciado estos últimos años han fortalecido la idea de que algo se logra saliendo a las calles.
Pero la nueva cultura juvenil ya no responda a los viejos patrones organizativos, se reúne en asambleas y elige voceros provisorios, se coordina por redes sociales, no lee el diario, y desconfía de las noticias en televisión. Los y las jóvenes se autoconvocan como germen de una democracia directa. Las federaciones estudiantiles tienen menos capacidad de conducción. En ese contexto, los minoritarios grupos anti-sistema, de corte anarquista, encuentran un terreno fértil para sus “acciones directas”.
15.- El sistema político, por su parte está en crisis. Durante la dictadura se promulgó la Constitución del 80, que establecía una “democracia protegida”. El Plebiscito del 89 reformó esa Constitución y posibilitó el inicio de elecciones y de gobiernos democráticos. Pero se trata de una carta fundamental que no goza de legitimidad y ha sido cuestionada. El proceso de reforma constitucional impulsado por el último gobierno de Bachelet se estancó.
16.- Los partidos políticos principales y tradicionales han subsistido todos estos años, a diferencia de otros sistemas políticos latinoamericanos donde se han pulverizado. Se ha dado pie a nuevas agrupaciones emergentes como Evópolis o el Frente Amplio. Pero la clase política, en general, ha estado reproduciéndose encapsulada, en parte cooptada por las clases dirigentes y alejada del sentir ciudadano cotidiano y desprestigiada, lo que se ha visto reflejado estos días.
Un poco más de la mitad de los ciudadanos no se siente atraído por las urnas. El abstencionismo ha sido el principal partido de oposición al sistema y sigue siéndolo estos años. Se trata de un orden político que presenta un grave déficit democrático.
17.- La “sincronía” (gatillada por el pasaje del metro), de los elementos anteriormente descritos confluyen en el “cocktail” explosivo de estos últimos días.
La rabia generalizada se tomó las calles y allí confluyeron el descontento de estudiantes, madres y dueñas de casa agobiadas por deudas y la salud, jubilados y trabajadores y trabajadoras abusados, grupos juveniles antisistema, protestantes pacifistas y violentistas, adultos conscientes y delincuentes oportunistas ; moros y cristianos, de derecha e izquierda, frente a una medida que se consideraba injusta e indignante.
Es una protesta contra el orden social deslegitimado, pero también contra el orden político que ha sido incapaz de dar solución a los graves problemas que vive el pueblo de Chile desde hace tantos años.
18.- La búsqueda de salida, se ha dicho, está en el diálogo social y político y en avanzar en un nuevo “Pacto Social”. Pero sabemos que los pactos sociales son rígidos y muchas veces logran aplacar las demandas, pero sin darles adecuada resolución, por lo que no resuelven el problema de fondo y hace que éste permanezca latente.
El gobierno de Piñera ha dado marcha atrás y ha anunciado todo un paquete de medidas sociales. Pero no se incluyen medidas de fondo que afecten el orden social oligárquico y el orden político con déficit democrático.
19.- El orden y la seguridad de las personas ha estado en riesgo estos días. Se han producido muchos actos de violencia, destrucción de bienes públicos, y bienes comunes, como estaciones de metro, supermercados, edificios públicos. Hay consenso en que la violencia y el vandalismo debe concluir porque, en última instancia, atenta contra las personas y es antidemocrática. No se impone por la fuerza una legítima demanda social ; tampoco el orden se restituye por represión. Los poderes establecidos deben saber escuchar la voz de la gente.
20.- Se ha declarado el Estado de Emergencia con militares en la calle. Se han comenzado a denunciar atropellos a los derechos humanos cometidos por fuerzas de orden y de seguridad. Es cierto que el orden social y político requiere estabilidad. Pero un orden social y político garantizará estabilidad, en el tiempo, cuando haya efectiva voluntad de parte de todos los sectores involucrados, de avanzar en un gran cambio del orden social y del orden político de la República.
21.- La única manera de avanzar en una búsqueda de solución a la crisis es proponer un gran acuerdo por la democratización de la sociedad y un gran acuerdo por la democratización del sistema político. Las fuerzas políticas debieran buscar los mejores caminos pacíficos y democráticos para avanzar en esa dirección.
25 octubre, 2019